“Tengo siempre mi botella de agua, que me obligo a tomar porque me cuesta. Tengo libros, siempre. Y muchos cuadernos.”
Milagros Pochat observa lo que está a su alrededor y enumera los distintos objetos que tiene sobre el escritorio. Está frente a la computadora, en el taller de arte que también es su casa y espacio de escritura, en la planta baja de un edificio en Buenos Aires.
“Tengo un dibujito de mi hermana chiquita, tengo mis lentes, tengo esto que es para los bastidores”, continúa mientras me muestra una maderita que se usa para tensar la tela de los cuadros. “Tengo mi celular, y un pincel a medio usar en el agua”.
Me mira a través de la pantalla. Tiene ojos oscuros y profundos. Se acomoda el flequillo. Tiene una voz alta, clara y envolvente, una risa fácil que me contagia, y los labios pintados de un rojo fuerte que contrasta con su piel clara. El color es casi una marca personal de la artista.
Milagros Pochat es una pintora que escribe. En 2022 realizó una muestra llamada “Lectoras”, en donde expuso una serie de retratos de mujeres leyendo; amigas y también desconocidas que posaron frente a ella para ser pintadas junto a sus libros y bibliotecas.
A lo largo de ese proceso de creación artística coleccionó notas, narraciones y poemas que publicó en un libro que lleva el mismo nombre. “Lectoras” es un diario íntimo en el que la autora narra sus encuentros con las lectoras retratadas, pero además se desnuda para mostrarnos la intimidad del espacio creativo y la sensibilidad que hay detrás de sus obras. Se para ante la tela en blanco y se frustra ante el lienzo que se le rebela. Pinta, borra, vuelve a empezar. Llora.
“Pintar y escribir no es algo romántico. En la cocina suceden muchas cosas. Y a veces no son agradables”.
CÓMO
“Escribo mucho a mano en hojas rosas”, dice Milagros.
“Siento que eso viene de la pintura, que mantiene lo analógico muy fuerte. A mí me encanta escribir con pincel y con acrílico. Como hacen los chicos en la escuela, me sigue generando mucha diversión eso de escribir como una actividad plástica, jugar con los colores, con la tipografía”.
Cuando pinta, Milagros siempre tiene un cuaderno donde anota las cosas que le hacen falta—acrílico blanco, pintura rosa, compras en la ferretería y en el supermercado.
“Siempre necesito tener una hoja o un cuaderno a mano, sea que me voy a tomar un café con una amiga, o tenga que viajar en colectivo. La hoja es el lugar donde pasa mi procesamiento mental”.
“La escritura es un proceso intelectual”, continúa, “En cambio el oficio manual es muy creativo; conectás con lo mental y también con lo plástico y lo lúdico”.
Milagros juega con ambos lenguajes, “cuando escribo en la computadora también tengo hojas al lado, voy escribiendo a mano a la par y dibujo mientras escribo”.
“Yo vivo con papeles”.
CÚANDO
“La noche es el espacio temporal en el que encuentro mayor tranquilidad”.
“Hay una especie de libertad y submundo que sucede a la noche. No solo hay menos ruido, pero es como ver el mundo al revés. Todos descansan y yo estoy activa. Y hay algo de eso que me gusta”.
Milagros piensa, y una imagen repentina que se cruza por su cabeza le ilumina la mirada.
“Es como si estuviéramos en una carrera de caballos, todos corriendo durante el día. A la una del mediodía estamos todos en la misma, corriendo con la vorágine. Pero a la noche, el caballo está libre en el campo. Corre sólo y va adónde quiere. El otro está en su tiempo, y yo en el mío.”
“Nunca me anotaba a la mañana a la facultad, imposible despertarme”, confiesa y suelta una risa liviana.
“La noche es el momento en el que siento que tengo toda mi energía a disposición”.
CUÁNTO
“Este libro al principio fue una reunión de notas, apuntes que yo ya tenía y que había ido publicando en redes sociales, en algunos casos. Cuando las empecé a revisar pensé: acá hay material. Había algo que podía reunir y hacer dialogar. Y ahí comenzó el trabajo de escritura: unir las piezas del rompecabezas para que tuvieran sentido”.
“Las notas las escribí en 2022", recuerda. “Después trabajé escribiendo un año y medio más o menos”.
Milagros es de esas personas que se les escapa la pasión por la voz. Le brillan los ojos cuando habla de su arte y del de otras mujeres, de los libros y especialmente de poesía. Me doy cuenta de que piensa con imágenes. Es como si visualizara las ideas antes de darles entidad en la palabra.
“Cuando empecé a escribir no tenía tan claro que iba a terminar siendo un libro. La escritura salió de un impulso, de esa noción de que ahí había algo para contar. Como si fuera una vela de la que intentás sacar el hilo para encender la mecha. No siempre logro tirar el hilo, pero intento, porque veo que ahí hay algo que yo puedo prender”.
Milagros tiene dos mesas. En una escribe; ahí tiene la computadora y sus cuadernos. En la otra, pinta, y apoya sus vasos de agua con pinceles, sus acrílicos y lienzos. En la narración, pareciera que las mesas pelean por la atención de la artista.
“Son como hermanas, la pintura y escritura”, dice la autora, “me gusta darles esa entidad porque en algún punto los hermanos se pelean y se aman. Hay algo de eso, aparecen la tensión y el amor entre los dos lenguajes”.
En “Lectoras” hablas mucho del tiempo, “el proceso habla del tiempo, el tiempo habla de algo más”, escribís. Es un libro en el que hay poesía, arte, escritura, notas sueltas, pero esencialmente hablás del tiempo.
¿POR QUÉ?
“Es uno de los ejes en los que me parecía importante detenerme, porque el tiempo es algo que atraviesa los dos lenguajes—la pintura y la escritura. Es clave la disposición del tiempo para pintar y para escribir; no solo tenerlo sino poder organizarlo en la práctica misma”.
Y el otro pilar en la creación es el deseo. ¿Cuál es la tensión entre los dos?
“Me encanta pensarlo como tensión. Creo que a veces coinciden, deseo y tiempo, y es ahí cuando sucede algo que podemos llamar obra. Pero a veces eso no sucede tan claramente e intentamos—me parece que esa es la búsqueda humana—hacer coincidir los dos ejes. Es muy recurrente en mi vida intentar desentrañar eso, preguntarme por esa tensión. Y muchas veces no lo logro”.
Milagros se ríe.
“Quizás por eso escribí el libro”.
“Cuando no puedo pintar escribo, y cuando no puedo escribir pinto”, escribís en Lectoras. ¿Qué pasa cuando no podés hacer ninguna de las dos?
“Tengo momentos de reposo, más que de bloqueo. A veces no me quedo hasta las dos de la mañana pintando, me quiero ir a la cama a ver una película con mi gata”.
“Ese tiempo para mí es importante, el no estar produciendo. Cada vez me amigo más con eso. Voy entendiendo que el reposo es necesario. En el reposo leo un montón, veo películas, hablo con mis amigas. Para mí eso es alimento, es materia creativa”.
Le pregunto qué consejo de escritura daría. Milagros me contesta con cuatro palabras: paciencia, tenacidad, insistencia y reposo.
“Y mucho amor. Escribimos a partir y a través del amor. El amor tiene todo: el miedo, la alegría, el tiempo, el deseo, la tensión. Son procesos vitales, en definitiva, procesos de profundas mezclas de emociones. Y cuando digo insistir digo cuidar y sostener, sostener aunque a veces no salga”.
Además
Acá pueden ver las pinturas de las lectoras de Milagros. Les dejo mi favorita. Creo que me gusta por la taza de café. También hay algo del color azul que me da mucha calma.
Minutos antes de cortar la llamada, Milagros mira su biblioteca con devoción absoluta, “mi hogar para mí está definido por mi biblioteca”, dice mientras me muestra los estantes que van desde el piso hasta el techo. Las puntas de los libros, acostados sobre otros libros, se asoman aquí y allá formando un caos que conserva cierta armonía.
“No me gusta pensar la biblioteca como un monumento. La biblioteca se usa, se consulta, está todo el tiempo en movimiento. La ordeno todos los días y la desordeno todos los días. Hay algo de eso que me gusta”.
Eso es todo por hoy 🌻
Esta semana varios lectores me dieron varias—muy buenas—recomendaciones literarias. Si tenés sugerencias de libros, comentarios, librerías favoritas o cafés de los que me quieras contar, escribime! Espero tu mensaje.
Te mando un abrazo grande y te deseo buenas lecturas.
Nos leemos,
Jessie
Me encanta lo que pinta Milagros